viernes, 26 de octubre de 2012

Volveremos a encontrarnos

A veces pienso y me da pena, todo eso que pasó sin darnos cuenta.

Éramos idiotas dándose la espalda. Mirábamos hacia lados tan opuestos que solo pudimos descubrirnos cuando cada uno ya había encontrado su pedacito de compañía para las tardes de café.

Yo aprieto mis labios. Tú. Tú aprieta tus ganas.
Que ahora tenemos la calma.

Y ya no son tus besos a escondidas.
No son las mentiras por despecho.
Ni esas excusas tan malas para que yo te abrazase.

No son las noches de alcohol y desequilibrio, cuando tú me cogías la mano y me pedías que confiase en ti. Cuando no me llevabas lo suficientemente lejos para perdernos. Porque lo que tú buscabas era perder a los demás.

O cuando yo te hacía prometerme que no me besarías, porque sabía que incumplirías la promesa.

Nos hicimos irresistibles.
Pero también nos hicimos lo prohibido. Tanto que de intentar olvidarnos terminamos olvidándonos.

Nos olvidamos de todo.

Y ahora que me da por recordarte, y recordar lo que me hacías sentir, cuando te leía o cuando te besaba. Y que todavía nos tenemos olvidados. Creo que te echo de menos.

Fue intenso como nuestras tardes de café. Y duró lo que dura una cerveza en tus manos.

Pero no te quise tanto como a quien consiguió que te olvidase.