Todo termina con esa llamada de urgencia que seca nuestras lágrimas. Termina cuando el corazón deja de apuñalarnos el pecho y decidimos volver a respirar, cuando por fin te escucho sollozar y descubro que sientes.
Esto duele, aprieta los dientes.
Y a ver si puedes descubrirme otra vez, de cuerpo y alma, después de haberme olvidado.
Mientras tanto seguimos persiguiendo esta cuenta atrás por el morbo del qué ocurrirá después. ¿Llegaremos a cero? Y cada número contado nos arranca un trocito de piel.