Volvieron las lágrimas a la par que la lluvia y todo lo que esta arrastra. Sonaba el chapoteo en las ventanas y en mi cabeza siempre el mismo nombre.
El agarrotamiento que sentía en el pecho no era nada en comparación a la lucha que libraban mi mente y mi corazón.
Siempre contracorriente.
Hasta que caí en la cuenta de que esta tormenta traía granizos, e intenté ponerme a cubierto para evitar más heridas. Y aunque fue imposible esquivarlos esclareció.
Apareciste y me dijiste, no seas tonta cariño, es más fácil dejarse llevar.