lunes, 10 de octubre de 2011

lunes, 3 de octubre de 2011

Blanco y negro

Esta vez no he salido aquí para encenderme un cigarro por tí. He salido a recordar cómo a veces te volvías más fino que el papel de fumar.
Ya no te atreves a esconder los te quiero entre tanta palabrería inútil. Ni a dejarme ver lo que hay detrás de tus cejas. No te atreves a escapar de tus imperfecciones para que nadie sepa quién eres, ni de dónde vienes.
No está del todo mal, siempre que todavía quedes tú detrás de tanto eufemismo. A veces me da la impresión de que desapareces por momentos bajo cuantioso antifáz.
Aunque no te cansas de ese carácter banal.
Hago todo cuanto está en mi mano, ya sabes. Mi vida depende de la tuya.

Posición de ataque

Hay que ver lo bien que ha quedado siempre esa guitarra en tus manos, sobretodo cuando cometes esas locuras tuyas y me cantas bajo un fondo de estrellas, y me explicas el porqué hay tanta luz si es de noche y no hay farolas. Y entiendes cómo eso que siento, y que no sé ni describir, sube a modo de escalofrío hasta mis brazos, y después baja hasta mis piernas.
A veces no comprendo lo que me dices, pero me entiendo con tus ojos.