Hay que ver lo bien que ha quedado siempre esa guitarra en tus manos, sobretodo cuando cometes esas locuras tuyas y me cantas bajo un fondo de estrellas, y me explicas el porqué hay tanta luz si es de noche y no hay farolas. Y entiendes cómo eso que siento, y que no sé ni describir, sube a modo de escalofrío hasta mis brazos, y después baja hasta mis piernas.
A veces no comprendo lo que me dices, pero me entiendo con tus ojos.
A veces no comprendo lo que me dices, pero me entiendo con tus ojos.
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