viernes, 21 de noviembre de 2014

Dijiste que tu serías la hoguera que da calor en medio de este inmenso mar. En cambio, te apagaste sin avisar. Dejé de ver lo bonito de lo cotidiano cuando te hiciste cenizas y estas volaron tan lejos que fueron a parar a un mar distinto, donde lo cotidiano seguía siendo bonito.
El otoño, que solía hacerme disfrutar con sus hojas secas, sus bufandas de lana, sus paisajes marrones y todo eso tan bucólico que parece que la tierra te está abrigando, ya no es más que una estación que desprende tanta frialdad como el más blanco invierno.

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